24/12/2025
En los últimos meses, la SENAD mantiene bajo observación un fenómeno creciente dentro del eslabón más bajo del tráfico de drogas, el narcomenudeo asociado al culto a la personalidad de figuras criminales. Durante diversos allanamientos, los Agentes detectaron la presencia recurrente de cuadros, tatuajes y objetos vinculados a personajes que han encontrado en la filmografía y en el relato mediático un canal de penetración cultural que trasciende el entretenimiento para convertirse en una forma aspiracional de vida, especialmente entre sectores socialmente vulnerables. Entre las figuras más recurrentes aparecen Pablo Escobar, Tony Montana ícono ficticio del cine y el representante del hampa nacional, Armando Javier Rotela. Salvando las distancias en términos de estructura criminal, Rotela se inserta en este nicho simbólico junto a los grandes gánsteres del cine y del narcotráfico internacional, consolidándose como objeto de idolatría y rendición simbólica. Esta dinámica responde a una necesidad profunda de pertenencia e identidad, que es instrumentalizada por organizaciones criminales para captar adeptos, ofreciendo una narrativa de poder, reconocimiento y ascenso social que el crimen organizado promete, pero rara vez cumple. La operación “Cessatio Regia” constituyó un ejemplo concreto, aunque parcial, de un fenómeno que viene cobrando fuerza. En ese y otros procedimientos, microtraficantes fueron hallados con tatuajes alusivos a Pablo Escobar, cuadros y objetos de culto vinculados a figuras criminales, una constante que se repite en los operativos y que revela una dimensión cultural del delito muchas veces subestimada. Más allá de la incautación de drogas y detenciones, este fenómeno expone un desafío estructural, el crimen organizado no solo disputa territorios, también disputa sentidos, identidades y aspiraciones. Mientras estas figuras continúen funcionando como modelos simbólicos de éxito para jóvenes sin horizontes claros, el combate al narcomenudeo seguirá enfrentando una dimensión invisible pero decisiva. Atacar la logística del delito es indispensable, desmontar su narrativa, hoy resulta también puede ser igual de urgente. Prevención y disputa cultural Modificar las industrias culturales que glorifican al criminal es un desafío titánico. No obstante, la SENAD avanza en la disputa de ese terreno simbólico a través de programas de prevención en el ámbito familiar, escolar, comunitario, entre otros, que comienzan a mostrar resultados. Iniciativas como “Sumar Juventud Sana”, que apuestan al deporte como herramienta de prevención, proponen nuevos referentes para los jóvenes, reemplazando la idolatría del delito por modelos positivos vinculados al deporte y a figuras del fútbol nacional.